Así tiene que ser

Podcast: Entrevista con Kate del Castillo 

En mis momentos de grandes crisis, mi papá me miraba con cara de “no doy crédito del drama de esta niña” y siempre me decía: “Hijita, todo está bien; calma, todo está bien”. Obviamente, yo desquiciada y desconsolada le decía: “¡¿De qué hablas, papá?! ¿Bien de dónde?, ¡esto está grave!”, y su respuesta siempre era: “Todo es perfecto porque esto es lo que tienes que vivir para acercarte más a tu propia perfección interior”.

Hoy ya no me desquicio ni me desconsuelo. Ni me arrepiento ni guardo rencores ni me siento víctima ni pienso “pobrecita de mí” ni nada remo- tamente similar.

Todo lo que pasa es una consecuencia de una decisión, de una elección propia, consciente o inconsciente pero nuestra, tuya, mía. Culpa de nadie, víctima de nadie y responsabilidad de nadie más que de uno.

Entendí que nadie, pero nadie, nos hace nada si uno no lo compra como personal y con dedicatoria, que nada de lo que sucede en la vida es porque tenemos mala suerte, porque alguien nos hizo un trabajito o porque Dios no nos quiere. Todo pasa porque así tiene que pasar y porque, si quieren verlo de forma más racional, así lo provocamos, constelamos o decidimos –la que más les acomode–, porque hay algo ahí que tenemos que aprender.

Adueñarnos de lo que nos pasa da la increíble oportunidad de saber en nuestra alma que somos capaces de corregir, de reparar y de no repetir. ¡Qué tan cool está eso!

Yo opto por cambiar la palabra “consecuencia” por la palabra “lección”,y espero que, después de leer este gran número, cada vez que se rompan, pierdan sentido, se sientan maltratados por la vida o sientan que ya no pueden, regresen a leer a mi papá y sientan con la más grande convicción que todo, todo está bien. Porque así nos tenía que pasar, por más fuerte que suene y todo es perfecto porque es lo correcto, lo correcto para ese momento y para lo que necesitamos vivir y sobrevivir.

Beso en la frente, como se los daría mi papá.