2024-09-23 11:26:50

Ni la primera ni la última

Eso fue lo primero que me dijo mi abuela Jenny, el día que, preocupadísima por el futuro, le conté que me iba a divorciar.

junio 21, 2019

Sabias palabras, porque si lo pensamos bien, sientes que será un evento tan devastador que no habrá cómo repararlo, que la vida nunca será igual, que todo cambiará para mal para siempre, que uno no se va a recuperar y el otro, en el peor de los casos, ¡sí! Será feliz, ¡y tú no! Que los niños estarán traumados de por vida y no habrá terapia ni chichi que los saque a ellos adelante… Y a nosotros tampoco.

Todo se ve tan negro, incierto, difícil, a veces liberador y lo correcto para el corazón, pero no por eso menos turbulento y complicado.
Cómo explicarles, a veces, a los papás o a los amigos, que seguro ya la veían venir, y si no, o están ciegos o éramos grandes actores. En el trabajo, pfff, qué hueva explicar. ¿Y el amor? Utaaaaaa, no hay ni habrá forma, no hay nadie allá afuera para mí, soy un fracaso, no me sale… Entonces básicamente me quedaré sola, sola, sola, como gritan los ventiladores cuando hay absoluto silencio, jajajaja, con hijos traumados y a ver con qué centavitos.

Y pasa el tiempo, los meses y después los años, y te das cuenta de que sí encontraste todas tus piececitas y las pegaste muy bien, empeñada, trabajada en el alma, asumiendo la parte que te toca, viviéndote corresponsable y absolutamente responsable de lo qué salió bien y mal. Te das cuenta que ya pasó y no pasa nada.

Y es difícil, doloroso, complicado, pero sí hay una luz increíblemente brillante si uno decide prenderla y verla al final del camino. Eso depende de cómo decidan contarse esa historia y para los que no saben cómo, véase la conferencia “Cómo lograr la vida que quieres” en MarthaDebayle.com. Ahí entenderán mucho de lo que quiero decirles en estas líneas.

Para muchos, el divorcio es un fracaso; para mí, una lección más; dura, pero una más de la vida. Una lección llena de tantos mensajes y aprendizajes, que por eso es buena idea darse tiempo sola después de, porque hay tanto que observar y digerir y poner en perspectiva. Pa’ llegar con 10 de calificación a la relación que sigue, si no, de vuelta a lo mismo.

¿Los hijos? Siento que eso es lo que les toca vivir, pero también creo que lo que los destroza son los divorcios llevados pésimo, los padres emocionalmente abusadores y negligentes, esos que los usan como moneda de cambio o como arma para darle en la madre al ex. Cierto que el cambio les va a afectar, pero una cosa es que les afecte y otra que los haga pedazos.
Para mí, el divorcio es un acto muy valiente y requiere de pantalones, porque muchos, por falta de valor, le echan la culpa al “pobres de mis hijos, no les puedo hacer eso” y al “ni modo que me ponga a chambear”, con tal de no hacer lo que saben en su corazón que tienen que hacer, por no salirse de la zona de confort y pagar el precio que se debe pagar.

Ojalá este texto les ayude a reparar o a terminar de to- mar la decisión, y si ya la tomaron o ya hasta lo hicieron, que sean estas palabras la certeza de que todo estará bien.
Y como también decía mi abuela Jenny, “A grandes males, grandes remedios”. C’est tout.

junio 21, 2019